Antonio María Rouco, “Sobre el testamento vital”, 22.XII.2000

La Conferencia Episcopal publica una propuesta de «Testamento vital» En respuesta a la nueva ley aprobada por el Parlamento de Cataluña BARCELONA/MADRID, 22 dic 2000 (ZENIT).- En el momento en el que el pleno del Parlamento de Cataluña daba su visto bueno al proyecto de ley que permitirá a cualquier persona evitar ciertas acciones médicas en caso de sufrir una enfermedad terminal, la Conferencia Episcopal Española ha publicado una propuesta de «Testamento vital». La nueva ley catalana, aprobada ayer por unanimidad, prevé que cualquier persona que padezca una enfermedad incurable, dolorosa y mortal pueda dejar constancia de su voluntad expresa de no ser mantenida en vida por medios artificiales. Esto se hace ordinariamente con el así llamado «Testamento vital». La propuesta de «Testamento vital», distribuido por la página web de la Conferencia Episcopal Española, busca prevenir a los médicos ante cualquier posibilidad de aplicación de la eutanasia, y al mismo tiempo evitar el así llamado ensañamiento terapéutico, es decir, la suministración de tratamientos inútiles y en ocasiones dolorosos. El signatario de ese «Testamento» pide que «si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos». Asimismo, el signatario del Testamento pide «ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte». Para que tenga validez el «Testamento vital», según indica la nueva ley catalana, deberá ser confirmado ante notario o bien ante tres testigos, dos de los cuales no han de tener parentesco o relación patrimonial con el interesado y también hará falta entregarlo al centro sanitario donde la persona deba ser atendida para incorporarlo a su historial clínico. Si bien la ley fue aprobada por todas las fuerzas políticas, ha tenido interpretaciones diferentes. Para los partidos de izquierda la ley constituye una despenalización de la eutanasia pasiva; para el Partido Popular no implica nada más que una manera de evitar el ensañamiento terapéutico. Según el diputado del PPC, Daniel Sirera, «lo que se ha hecho es recoger los códigos deontológicos de los colegios de médicos, que ya aplican esos supuestos y que se podría resumir como la negativa a alargar la vida de forma artificial». Ofrecemos a continuación el texto íntegro del «Testamento vital» distribuido por la Conferencia Episcopal Española. A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario: Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento. Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios. Por ello, yo, el que suscribe…………………… pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos. Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana. Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración. Firma: Fecha: