Guillermo Blasco: Una vocación nacida ante el enigma del dolor y del perdón

Testimonio de un estudiante de 19 años ante casi un millón de jóvenes y en la vigilia con Papa Juan Pablo II el sábado 3 de mayo de 2003 en Cuatro Vientos (Madrid).

Querido Santo Padre: Me llamo Guillermo Blasco. Tengo 19 años, pertenezco a una familia de seis hijos y estudio arquitectura técnica. Nací el día de la Inmaculada y la Virgen me ha llevado siempre bajo su manto. Estudié en el Colegio de Ntra. Sra. del Recuerdo de Madrid y mis padres me han educado en la fe.

Desde niño, Santo Padre, he sentido en mi corazón algo grande. En 1999 peregriné a Santiago de Compostela con un grupo que surgía de las manos de la María: los Montañeros de la Asunción. Ese camino me hizo un bien inmenso. Allí sentí que Cristo quería algo más de mí.

El 15 de agosto de 1998, día de la Asunción, murió mi hermano Fernando en Irlanda en un atentado terrorista. Tenía 12 años. Este hecho marcó mi vida de adolescente. Esa misma noche, cuando supe lo ocurrido, llamé hasta la madrugada a todos los hospitales de Irlanda. Al día siguiente, se confirmó la terrible noticia e, inmediatamente, fui a Misa con mi padre.

Entre la perplejidad y el miedo, una pequeña luz se encendió en el horizonte. Era la luz del camino de Santiago, algo que había penetrado hasta lo mas profundo de mi ser. En la comunión encontré una fuerza que jamás hubiese imaginado. Nunca había visto el poder de Dios en las personas. Cuando mis padres perdonaron a los asesinos de mi hermano, su testimonio se gravó a fuego en mi corazón. Desde entonces tengo la convicción de que la Virgen ha intercedido de una forma muy especial por mi familia.

La muerte de mi hermano supuso un gran cambio para mí. Mi familia se unió como una piña, y gracias al ejemplo de mi madre, comencé a ir a Misa todos los días antes de ir a clase. Lo necesitaba. Había descubierto que Jesús es el mejor amigo, del que nadie me puede separar. Vi también que necesitaba la fuerza interior que me da la Eucaristía.

Fueron tiempos duros, Santidad, pero la comunión diaria, y el testimonio cristiano de mis padres mantuvieron a flote mi esperanza. Peregriné a Javier, a Santiago en 1999, y en el 2000 participé con Vuestra Santidad en la inolvidable Vigilia de Tor Vergata. Allí sentí que el Espíritu Santo se derramaba sobre nosotros, igual que en esta tarde lo hace en Cuatro Vientos.

Al año siguiente, Cristo quería darme algo más; algo que sólo se da a quien se quiere de verdad. Me dio a su madre, a María, a quien me ha ido enseñando el inmenso amor de su Hijo. Y le ofrecí mi vida. Me consagré a ella. Desde entonces soy de la Virgen y ella no ha dejado de protegerme.

Desde aquel día, y para siempre, intento a través de la oración, ofrecerle cada cosa que hago: cada entrenamiento, cada lámina que dibujo… Ella me ha ayudado a saborear la oración, el diálogo con el Amigo que nunca falla, que sólo me pide que me deje amar, que sólo desea colmarme de gracias. Por eso, permítame Santidad que invite a mis hermanos los jóvenes a compartir el amor de María, el amor de Cristo, el Amigo fiel que nunca permite que nos sintamos solos, que sólo nos pide que le dejemos llenar nuestro corazón de su amor y que en esta tarde nos hace esta pregunta: ¿Quieres ser mi testigo, quieres ser amado? Estoy convencido, Santo Padre, de que el secreto de la vida de Vuestra Santidad es su amor a la Virgen, expresado en el lema TOTUS TUUS. De ahí nace su fuerza para recorrer el mundo entero, a pesar de la enfermedad y los achaques físicos, como testigo de la verdad y del amor de Cristo. Gracias, Papa amigo, por venir a España y por enseñarnos que María es el camino mas corto para llegar al Señor.

Entrevista de Luján Artola publicaba en Fe y Razón 7.V.03 En agosto de 1998 vivió el momento más duro de su vida. Con 14 años, alguien con un castellano mal hablado llamó a su casa por la noche para decirles que había habido un atentado del IRA en Omag (Irlanda del Norte), y que su hermano pequeño de doce años estaba muy grave. La muerte de Fernando unió a toda la familia. En aquellos momentos de gran dolor hubo algo diferente, y es que desde el principio estuvo iluminado por el perdón. Sus padres le eseñaron a aceptar, a perdonar y a vivir la vida sin rencor ni amargura. El pasado sábado, delante del Santo Padre y de un millón de jóvenes, consiguió conmover los corazones de todos al contar su testimonio cristiano de perdón. Guillermo, con 19 años, consiguió que sus palabras resonaran en Cuatro Vientos como la esperanza del futuro.

-Cuéntame un poco cómo viviste el día en el que mataron a tu hermano en Irlanda, y lo que pasó después en tu familia.

-Acababa de venir de hacer el Camino de Santiago, el día 15 de agosto al principio pensé que era una broma Me pasé toda la noche llamando a los hospitales de Irlanda hasta que al día siguiente nos confirmaron la noticia e inmediatamente me fui con mi padre a Misa.

-Recibisteis un gran ejemplo de entereza en vuestra casa -Mis padres son muy fuertes, y si nosotros no veíamos a mis padres derrumbarse, pues nosotros tampoco. Nos dijeron que Fernando se había ido al Cielo si es así, es así te lo preguntas, pero la respuesta fue clarísima Así me empecé a preguntar cómo le habíamos tratado, cómo nos habíamos portado con él . Y entonces llegó el día del funeral de mi hermano en el que el padre Cano me dijo que ahora tenía que echarle valor, que tenía que sonreír y así lo hice. Fue un año muy duro. Todos mis amigos, la Congregación Mariana, mis padres todos me llevaban por el camino para poder superarlo La fe es capaz de curar los males de hoy que nadie cura.

-Y entonces ¿perdonaste? -Es un don de Dios superarlo, porque yo conozco mucha gente que ha vivido tragedias y se han derrumbado.

-¿Quién quería más a tu hermano Fernando? -Mi madre, y si ella perdonó, pues yo también, de cabeza. Cuando mis padres perdonaron a los asesinos de mi hermano, su testimonio se grabó a fuego en mi corazón.

-Guillermo, eres un joven del mundo pero sin ser del mundo…

-Yo estoy en medio del mundo y me doy cuenta de que todos tenemos tendencia al bien, todos saben lo que está bien y mal pero al final sientes una unión mayor con quien tiene fe Tengo problemas como todo el mundo, pero descubres que cuando los demás están destrozados, tú sales a flote si estás convencido de algo tienes que decirlo, y así todos mis amigos saben que lo más importante para mí es la fe. La mayoría de los jóvenes que están a favor del aborto, los que se emborrachan los viernes es porque nadie les ha enseñado otra forma de vivir, nadie les ha enseñado que, por ejemplo, pueden pasárselo bien en una peregrinación.

-¿Qué sentiste al hablar ante el Papa y delante de un millón de jóvenes? -En aquel momento sentí el viento que me empujaba hacia fuera (se ríe a carcajadas) y leí todo con mucha ilusión. Un rato antes de salir me llegó un mensaje de mi madre (me enseña el móvil, y con orgullo lee): “Déjate llenar del Espíritu Santo, cuando leas, que sea Él el que hable a través de ti”. La verdad es que me impresionó mucho el sentido del humor del Papa. Inteligente, no como el humor barato de hoy, que lo único que hacen es reírse de todo el mundo.

-El Papa nos dijo que no tengamos miedo, que tenemos que ser los centinelas del mañana -Tenemos que estar en el mundo dando testimonio de nuestra fe, pero sabiendo que te van a atacar por ello Que se reirán de ti, se meterán contigo si no pasase eso, entonces es que la fe estaría de moda y las modas pasan.

-Por último, ¿cuáles son “tus sueños y esperanzas”? -Tengo muchos sueños y esperanzas . El sábado pasado nos estaba diciendo el Papa a la juventud que espabilásemos, que cuando los gobernantes de ahora se jubilen, ¿quién va a llevar a España por los caminos del futuro? Nos dijo que nos llenemos de ideales que la juventud de hoy está “emporrada” y mirando de lado. El Papa nos animó a que nos formemos en Cristo, porque es quien hace crecer a los árboles rectos. Hay que luchar por ello.