Juan Pablo II, “No al ensañamiento terapéutico”, Zenit, 26.III.2002

JUAN PABLO II ALERTA ANTE EL ENSAÑAMIENTO TERAPÉUTICO Recibe a la Organización Mundial de Gastroenterología CIUDAD DEL VATICANO, 26 marzo 2002 (ZENIT).- En un momento en el que la actualidad internacional lleva a la Iglesia a recordar su oposición a la eutanasia, Juan Pablo II ha alertado ante el «ensañamiento terapéutico», y exhorta a ensañarse en la investigación médica.

El llamamiento pontificio tuvo lugar este sábado, 23 de marzo, al recibir a una delegación de miembros de Organización Mundial de Gastroenterología, que se reunieron en Roma para afrontar la prevención del cáncer en el aparato digestivo.

La organización, fundada en París en 1954, reagrupa en estos momentos a 88 asociaciones nacionales.

«Un exasperado ensañamiento terapéutico, incluso con las mejores intenciones, además de ser inútil, no respetaría en definitiva plenamente al enfermo, que ha llegado ya a un estado terminal», afirmó el Papa.

El pontífice constató «la creciente disponibilidad de recursos técnicos y farmacológicos que permiten discernir con prontitud, en la mayoría de los casos, los síntomas del cáncer e intervenir así con mayor rapidez y eficacia».

Por eso, invitó a los doctores a «proseguir con confianza y tenacidad la investigación y la terapia, empleando los recursos científicos mas avanzados».

Por lo que se refiere a sus relaciones con los pacientes, el obispo de Roma recordó a los médicos que «el ser humano es limitado y mortal».

«Hay que acercarse al paciente con un sano realismo que impida dar a la persona que sufre la ilusión de la omnipotencia de la medicina –aconsejó–. Hay límites que no es humanamente posible superar; en esos casos es necesario saber aceptar con serenidad la propia condición humana, que el creyente sabe leer a la luz de la divina providencia».

Juan Pablo II recordó que «la complejidad de la persona humana exige que, a la hora de suministrar el tratamiento necesario, se tome en consideración tanto el espíritu como el cuerpo. Sería presuntuoso contar solo con la tecnología».

«El concepto de salud, tan querido al pensamiento cristiano, contrasta con una visión que la reduce a un mero equilibrio psico-físico –siguió diciendo–. Esa visión olvida la dimensión espiritual de la persona y acabaría poniendo en peligro el verdadero bien».

Con este espíritu, concluyó, «informar a los ciudadanos con respeto y verdad, especialmente cuando están afectados por situaciones patológicas, constituye una auténtica misión para quienes tienen a su cargo la salud pública».

Tomado de Zenit, ZS02032607