Angel García Prieto, “Elogio de la debilidad”, Arvo, 1.XI.02

Cada cual es único, y por tanto anormal (Alexandre Jollien).

Cada inicio del nuevo curso escolar, comienzan a verse otra vez por las calles de Oviedo esos autobuses que trabajan para la Asociación de Ayuda a Personas con Parálisis Cerebral (ASPACE). Trasportan a unos casi doscientos chicos a los centros “Ángel de la Guarda”, que dicha asociación tiene en Latores. Y con el nuevo curso pasado, también surgió la noticia de que Alexandre Jollien, un joven francés con Parálisis Cerebral, se ha había hecho famoso por la publicación de un libro autobiográfico titulado Elogio de la debilidad. Fue muy celebrado con el Premio de la Academia Francesa, la Medalla de plata de Montyion y el Premio Literario Mottar. En su participación en un programa televisivo sobre superación de barreras, dijo: “Hay que poner en marcha todos los recursos de los que uno dispone para sacar partido de cualquier situación, incluso de la más desfavorable. En la vida no nos queda más remedio que enfrentarnos a pruebas”.

Por otro lado, no hace no muchos años uno de los premios literarios de Gran Bretaña, el Withbread, recayó sobre Cristopher Nolan, que entonces tenía 22 años. Y sorprendió mucho, no sólo por la juventud del autor, sino porque era parapléjico y mudo. El libro premiado, Bajo la mirada del reloj, era una narración biográfica de sus penalidades y alegrías desde el momento del nacimiento, en el que una grave complicación con asfixia le produjo la Parálisis Cerebral. También, el año pasado, un joven japonés de 24 años, llamado Hirotada Ototake recién graduado en Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Waseda, en Tokio, se hizo un personaje muy popular y admirado en su país tras la publicación y difusión por todo el ámbito oriental asiático de su libro autobiográfico “No en perfecto estado”, del que ha vendido 4,5 millones de ejemplares. Con una vida muy poco convencional, porque padece una notable minusvalía derivada de una enfermedad denominada “tetra-amelia”, que consiste en la existencia de cuatro muñones que sustituyen a los brazos y piernas, Oto-Chan es un hombre muy optimista, luchador, simpático y ha sabido hacerse ayudar por familiares, compañeros y amigos y no arredrarse ante las limitaciones. El público dice de él que es “encantador”, como lo dijo su madre la primera vez que lo tuvo en sus brazos.

Son tres ejemplos llamativos, que han saltado al éxito y la presencia en los medios por su claro mérito y valor. Pero, como ocurre en otros ámbitos de la vida y la sociedad, no dejan de ser el exponente visible, la punta de un iceberg, de muchísimos más niños, jóvenes y adultos que, con las limitaciones físicas y a veces psíquicas que impone su situación diferente, viven, luchan y se esfuerzan por conseguir el bien y la felicidad que todos anhelamos, porque ellos también son parte de ese todos.