SITUACIÓN:
Pablo tiene 16 años y ha advertido que en las noticias de la televisión y de la prensa se ataca bastante a la Iglesia. Tiene la impresión de que se da mucha relevancia a cualquier actuación desafortunada de un eclesiástico, y casi nunca sale nada de todo lo bueno que hacen. También ve que se habla mucho de las voces discrepantes que hay en la Iglesia, y salen frecuentes declaraciones de esas personas asegurando que ese “sector crítico” es muy numeroso y son tratados injustamente. Lo comentó un día en el colegio con un amigo suyo: “Normal –le contestó–: también cuando sale uno del gobierno sacan después a otro de la oposición”.
Sin darse mucha cuenta, el asunto despertó aún más su interés y empezó a fijarse en todas las noticias relativas a la Iglesia. Se hablaba mucho de conservadores y progresistas, de presiones de unos y de otros. Todo eso le decepcionaba. En esos días, la prensa dedicó bastante espacio a un profesor de una facultad eclesiástica de teología que había sido “desposeído de su cátedra porque sus enseñanzas eran contrarias a la línea oficial de la Iglesia”. El expulsado decía que era un atropello y que conculcaba “no solo el derecho a la libertad de cátedra, sino también el derecho a la libertad de expresión, elemental en cualquier sociedad que no sea una dictadura”. Y añadió que además pretendían amordazarle con amenazas de suspensión.
A Pablo todo esto le produjo una pequeña conmoción. Pensaba que quizá la doctrina católica que él había aprendido no era tan segura, sino que dependía de quién tuviera las riendas en la Iglesia en cada momento. Estaba ensimismado en esto mientras leía la noticia. Su padre se dio cuenta, y le preguntó qué leía tan absorto. Pablo se lo explicó. Continuar leyendo “Caso práctico de Educación en la fe nº 3”