Alfonso Aguiló, “Atreverse a cambiar”, Hacer Familia nº 269-270, 1.VII.2016

Los Juegos Olímpicos de México dejaron muchos momentos para el recuerdo, pero quizá uno de los más destacados fue la sorpresa que dio un atleta norteamericano de 21 años llamado Dick Fosbury.

Fosbury había nacido en Portland en 1947, estudiaba en la Universidad de Oregón y practicó el baloncesto y el fútbol americano antes de dedicarse al atletismo. Pronto le cautivó el salto de altura y, al ver que no lograba obtener buenos resultados mediante el procedimiento convencional, descubrió que le iba mejor saltar de espaldas al listón, pasando sucesivamente la cabeza, la espalda arqueada y las piernas flexionadas, que tenía que estirar en el último instante. Tomaba carrerilla de forma transversal y, poco antes de llegar al listón, se giraba y saltaba de espaldas. Era un estilo mucho más efectivo desde un punto de vista biomecánico, pues permitía dejar menos espacio entre el listón y el centro de gravedad del saltador, con lo que se gana altura.

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