Joseph Ratzinger, “El Papa sufriente”, X.98

El cardenal Ratzinger publica una reveladora semblanza del Papa envejecido “El Papa sufriente” tiene un particular poder evangelizador.

Tomado de Aceprensa 145/98.

El cardenal Joseph Ratzinger ha publicado un extenso artículo en el semanario Famiglia Cristiana, la revista de mayor difusión en Italia, en el que habla de las limitaciones físicas del Papa y del gran poder evangelizador que éstas tienen.

El cardenal señala que Juan Pablo II es un Papa “enfermo y cansado”. Pero, lo que muchos ven como una limitación, para los cristianos es más bien el mensaje particular de la segunda mitad de su pontificado.

El cardenal describe así al Papa: “La figura doblada, su caminar cansino: necesita apoyarse en su bastón, que termina en una cruz. De hecho, se apoya en la cruz”. “Pero justamente en el sufrimiento físico y espiritual del Papa, que nadie puede fingir no ver, se encuentra un mensaje particular de la segunda mitad de su pontificado”, añade.

Según Ratzinger, en una sociedad en la que todo se orienta hacia la funcionalidad, la figura de “un Papa sufriente” es “un testimonio de anticonformismo”. “El político debe irradiar impulso juvenil para parecer elegible. Las modernas profesiones empresariales presuponen un alto nivel de condiciones físicas: curiosamente, en una sociedad que envejece evidentemente, el culto de la juventud sigue avanzando”, señala el cardenal Ratzinger; y explica que, para este mito, “la enfermedad y la vejez deben permanecer, en lo posible, invisibles”.

En cambio, “el Papa no las esconde, porque no quiere ni puede esconderlas”, y justamente “de esta manera cumple un servicio importante para todos nosotros”. “El Papa sufriente transparenta de algún modo la presencia de algo más grande”, agrega el cardenal. En este sentido, “hablar del significado del fracaso, de la renuncia, de la aceptación, de la Cruz”, significa para el cardenal Ratzinger “que alguien se anima a ir a tocar aquello que las ofertas de la industria del tiempo libre y el modo contemporáneo de consumir la vida dejan totalmente de lado y que, sin embargo, en cuanto pregunta, es aquello que nos toca a cada uno de nosotros”.

El Papa se ha dirigido al centro de la crisis de civilización actual, especialmente en su encíclica Veritatis splendor sobre las cuestiones fundamentales de la teología moral: “Acaso muchos pensadores no cristianos sienten en su propia piel la gravedad y la urgencia de la crisis moral de la humanidad mucho más que ciertos teólogos católicos”, escribe Ratzinger.

Cuando los espíritus críticos comienzan a comprender que “la crisis de nuestro tiempo consiste en una ‘crisis de Dios’, en la desaparición de Dios del horizonte de la vida humana”, la figura del Papa que lleva consigo la Cruz “es a la vez el símbolo y la promesa de un Dios que acompaña siempre al hombre en su sufrimiento, ofreciéndole su salvación”, concluye el artículo del prefecto.