Nunca sabe un hombre
de lo que es capaz
hasta que lo intenta.
Charles Dickens

No somos héroes
Quizá recuerdes aquella gran película protagonizada por Orson Welles que se titula “El tercer hombre”.
Una gran noria gira lentamente sobre los tejados de una Viena de posguerra, bombardeada y ocupada por las fuerzas internacionales, mientras debajo, como puntos lejanos, unos niños se entretienen en sus juegos.
El protagonista de la película es un adulterador de penicilina sin escrúpulos. Desde lo alto de la noria, su amigo le pregunta si ha llegado a ver personalmente la desgracia de alguna de sus víctimas, y este le contesta cínicamente: «No me resulta agradable hablar de eso. ¿Víctimas? ¡No seas melodramático! Mira ahí abajo: ¿sentirías compasión por algunos puntitos negros si dejaran de moverse? ¿Si te ofrecieran veinte mil dólares por cada puntito que se parara, me dirías que me guardase mi dinero…, o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar tú? Y… libre de impuestos. ¡Libre de impuestos! Hoy es la única manera de ganar dinero…».
«Antes creías en Dios», le recordó su amigo.
El protagonista reflexionó un momento y dijo: «¡Y sigo creyendo en Dios, amigo! Creo en Dios y en su misericordia; pero creo que los muertos están mejor que nosotros: ¡para lo que han dejado aquí…!». Continuar leyendo “24. ¿La fe católica no es demasiado exigente?”