21. ¿Son mejores los creyentes?

La carencia de vicios
añade muy poco a la virtud.

Antonio Machado

¿De qué sirve creer?

—Hay muchas personas que no tienen fe, pero que son, desde el punto de vista moral, iguales o mejores que los creyentes: en bondad, en abnegación, en honradez o en el ejercicio de las virtudes sociales y familiares.

Esas razones sobre el comportamiento ejemplar de algunos no creyentes, son en el fondo un argumento a favor de la religión. No hay que olvidar que esos hombres, pese a no ser creyentes, en la mayoría de los casos son ejemplares precisamente porque se guían por unos valores que están inspirados en el cristianismo. Intentaré explicarme. Continuar leyendo “21. ¿Son mejores los creyentes?”

22. ¿Y cuando aparecen dudas?

Muy débil es la razón
si no llega a comprender
que hay muchas cosas que la sobrepasan.
Blas Pascal

He perdido la fe

«Recuerdo —me contaba en confianza un antiguo compañero mío— aquellas devociones de mi niñez y mi primera adolescencia, y la verdad es que siento haber perdido la fe. Pero así ha sido.

»Cuando mi pensamiento vuelve, con nostalgia, a aquellos recuerdos, aún adivino que había en ellos algo grande y valioso. Me sentía a gusto entonces, en esa inocencia, pero ahora pienso que todo aquello era demasiado místico, que la realidad no es así. Continuar leyendo “22. ¿Y cuando aparecen dudas?”

23. ¿Para qué sirve rezar?

Nunca están cerradas
todas las puertas
mientras estemos vivos.

José Luis Martín Descalzo

La sordera de Dios

«Me siento engañada. Me habían dicho que Dios era bueno y protegía y amaba a los buenos, que la oración era omnipotente, que Dios concedía todo lo que se le pedía.

»¿Por qué Dios se ha vuelto sordo a lo que le pido? ¿Por qué no me escucha? ¿Por qué permite que esté sufriendo tanto?

»Empiezo a pensar que detrás de ese nombre, Dios, no hay nada. Que es todo una gigantesca fábula. Que me han engañado como a una tonta desde que nací». Continuar leyendo “23. ¿Para qué sirve rezar?”

24. ¿La fe católica no es demasiado exigente?

Nunca sabe un hombre
de lo que es capaz
hasta que lo intenta.

Charles Dickens

No somos héroes

Quizá recuerdes aquella gran película protagonizada por Orson Welles que se titula “El tercer hombre”.

Una gran noria gira lentamente sobre los tejados de una Viena de posguerra, bombardeada y ocupada por las fuerzas internacionales, mientras debajo, como puntos lejanos, unos niños se entretienen en sus juegos.

El protagonista de la película es un adulterador de penicilina sin escrúpulos. Desde lo alto de la noria, su amigo le pregunta si ha llegado a ver personalmente la desgracia de alguna de sus víctimas, y este le contesta cínicamente: «No me resulta agradable hablar de eso. ¿Víctimas? ¡No seas melodramático! Mira ahí abajo: ¿sentirías compasión por algunos puntitos negros si dejaran de moverse? ¿Si te ofrecieran veinte mil dólares por cada puntito que se parara, me dirías que me guardase mi dinero…, o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar tú? Y… libre de impuestos. ¡Libre de impuestos! Hoy es la única manera de ganar dinero…».

«Antes creías en Dios», le recordó su amigo.

El protagonista reflexionó un momento y dijo: «¡Y sigo creyendo en Dios, amigo! Creo en Dios y en su misericordia; pero creo que los muertos están mejor que nosotros: ¡para lo que han dejado aquí…!». Continuar leyendo “24. ¿La fe católica no es demasiado exigente?”

25. ¿La fe aleja de la vida real?

Nadie es más esclavo
que quien se considera
libre sin serlo.

Goethe

Facilidades para pensar

—Las razones que has venido dando hasta ahora son interesantes… para pensar en ellas. Pero a veces, luego, parece como si la vida real fuera por otro lado.

Recuerdo una anécdota que contaba el profesor Allan Bloom. Un día se le acercó un estudiante y le dijo que después de leer “El banquete”, de Platón, había concluido que hoy sería imposible aquel ambiente cultural ateniense, en el que aquellos hombres reflexivos y educados se reunían para mantener apasionantes conversaciones sobre el significado de los anhelos de su espíritu.

Pero lo que ese alumno no sabía —continuaba Bloom— es que ese ambiente cultural tenía lugar en Atenas en medio de una terrible guerra.

Fue el amor de aquellos hombres por la sabiduría lo que aportó a la civilización occidental unas conquistas intelectuales de un valor inestimable. Buscaban apasionadamente la verdad, por difíciles que fueran las circunstancias en que vivían. Continuar leyendo “25. ¿La fe aleja de la vida real?”