Jaime Nubiola, “¿Guerras de religión?”, La Gaceta, 6.III.2004

Hace escasas semanas tuve ocasión de visitar la catedral de Barcelona y pude ver el famoso Cristo de Lepanto, que iba en la nave capitana en aquella singular batalla naval de 1571 que significó el declive del poder turco en el Mediterráneo. Llamó mi atención una lápida en el suelo de la capilla que testimonia que allí está enterrado el Obispo Irurita, asesinado en los primeros días de diciembre de 1936. Esos hechos -afortunadamente ya lejanos en el tiempo- cobraban ante mis ojos una especial actualidad, pues aquel mismo día el entonces conseller de Ensenyament, Josep Bargalló, declaraba en la prensa su empeño por cancelar los acuerdos vigentes con la Santa Sede y “luchar” -así decía- por la laicidad de la escuela pública. Al mismo tiempo decía sorprenderse porque, de todas las declaraciones que había hecho desde su nombramiento, las que causaban más reacciones y debate eran las relacionadas con la religión.
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María Elósegui, “Laicidad y clase de religión en la escuela pública”, Aceprensa, 19.XI.03

LA INCULTURA NO ES LAICA A raíz de la Ley de Calidad de la Enseñanza (LOCE), que introduce una enseñanza no confesional del hecho religioso alternativa a la versión confesional ya existente, ha vuelto a resurgir un debate típico en España: la polémica entre los defensores de un modelo de Estado laicista (que no laico) y quienes defienden un Estado no confesional, con separación entre la Iglesia y el Estado, pero con una laicidad positiva, que permite la manifestación de las creencias en la vida pública.

El derecho a la libertad religiosa y la laicidad del Estado pueden articularse de muchas maneras. El ordenamiento jurídico español, empezando por la Constitución, responde a un modelo de laicidad positiva, con cooperación entre el Estado y las distintas confesiones (art. 16, 3). Ese modelo ha sido refrendado democráticamente y quien desee cambiarlo deberá hacerlo a través de las urnas. Por eso es demagógico atribuir el mantenimiento de la enseñanza de la religión en el currículum escolar a una decisión unilateral del actual partido gobernante.

Con el respaldo de la Constitución La Constitución se votó con un gobierno de UCD en diciembre de 1978 y el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos culturales fue ratificado el 4 de diciembre de 1979 en el Pleno del Congreso por amplia mayoría. De manera que es perfectamente constitucional. Posteriormente, los acuerdos del Estado español con las confesiones islámica, hebrea y evangélica para la enseñanza religiosa específica, fueron realizados durante la legislatura socialista entre 1992 y 1996.

También se hizo también bajo dicha legislatura la regulación de las actividades de estudio alternativas a las enseñanzas de religión. Así que quienes ahora alegan que la enseñanza de la religión en la escuela es inconstitucional, porque ellos defienden un modelo de Estado que no es el vigente y lo hacen contra la opinión mayoritaria de la sociedad española, deberían saber perder y utilizar los cauces democráticos para demandar sus legítimas aspiraciones, en un legítimo disenso.

Normal en Europa Están en minoría en España, pero también lo están en Europa. Si nos fijamos en los países del entorno europeo, prácticamente todos establecen un modelo de laicidad positiva con cooperación entre las distintas confesiones y el Estado, que incluye la enseñanza en la escuela pública de las religiones mayoritarias. Bélgica, Italia, Escocia, Inglaterra, Alemania, con distintos sistemas, son un ejemplo de lo dicho. En todos ellos se imparte la asignatura de religión en la escuela pública. Por citar el caso de Bélgica, además está regulada la enseñanza del Corán con un convenio con el gobierno turco por el que se contratan laboralmente profesores con el título de teología coránica para impartir esa asignatura en la escuela pública.

Sólo Francia ostenta en solitario un modelo de separatismo y de laicismo de Estado. Y también es el país donde esta concepción de la laicidad en la escuela está dando lugar a mayores polémicas a raíz de la creciente presencia de alumnos musulmanes. Pero, incluso en Francia, en Primaria queda a disposición de las confesiones media jornada a la semana, para la enseñanza de la religión fuera de la escuela, y en Secundaria se deja libre una hora semanal dentro del propio centro para que un capellán pueda impartir esa enseñanza al que lo desee.

Después de una época en que el aspecto religioso fue proscrito de la escuela estatal, en los últimos tiempos se ha advertido que esto es una carencia cultural importante. Por este motivo, Jack Lang, ministro de Educación del anterior gobierno socialista, encargó al intelectual Régis Debray un estudio sobre cómo abordar el hecho religioso en los programas escolares. Régis Debray, antaño revolucionario con el Che Guevara en las montañas de Bolivia, defendió en su informe de marzo de 2002 sobre “La enseñanza del hecho religioso en la escuela laica” (ver servicio 45/02), que el hecho religioso es un hecho social, multidimensional, que también debe ser transmitido en la escuela. Debe ser estudiado con rigor y tomado absolutamente en serio, por pensable y vivible, por significativo y actual. Incluso quien no crea debe conocerlo en su dimensión exterior histórica.

Para entender el mundo La cultura religiosa, como asignatura específica y sometida a examen, es absolutamente necesaria en el mundo de hoy para no ser unos ignorantes. No basta que se trate transversalmente de esas cuestiones en otras materias. Sin conocer el fenómeno religioso no se puede entender con profundidad muchos temas. Por ejemplo, es imposible entender los derechos humanos y su interpretación sin conocer el contexto religioso y la religión profesada o criticada por sus protagonistas. Con mayor razón en el arte, la literatura, la historia y la filosofía. Es imposible entender la historia del pensamiento filosófico, jurídico y económico europeo sin conocer algo sobre la teología protestante (en sus versiones luterana y calvinista), la católica, y la anglicana.

No se llega a conocer con profundidad a Kant, Hegel o Marx sin saber algo sobre el pensamiento de Lutero, o entender a Adam Smith sin saber qué es el calvinismo, o a Hobbes y Locke sin conocer el anglicanismo. Todavía recuerdo la sabiduría oriental que demostró una economista japonesa con quien coincidí en la Universidad de Glasgow, que para entender la Economía clásica se matriculó, antes de leer La Riqueza de las Naciones, en una asignatura de estudio protestante de la Biblia.

La misma historia de España, el arte, la arquitectura, la pintura, la música están teñidas de religiosidad. Hasta para juzgar de los actuales conflictos mundiales hace falta conocer otras religiones como la islámica con mayor profundidad, sin caer en estereotipos ni prejuicios.

En la propia construcción de la Unión Europea el conocimiento del factor religioso se revela también importante. Así se reconoce en una declaración publicada en Le Monde (14-XI-2003) por una veintena de personalidades de procedencia muy diversa (escritores como Claudio Magris o el Premio Nobel de Literatura Imre Kertész; políticos como el socialista Mario Soares, ex presidente portugués, el democristiano italiano Emilio Colombo o el ex ministro de finanzas alemán Theo Waigel; un científico como el Premio Nobel de Física Carlo Rubbia; hombres religiosos como el cardenal Achille Silvestrini, o el ex gran rabino de Francia, René-Samuel Sirat). Hablando del espíritu común que puede animar la Europa unida, escriben: “Todo demuestra hoy las limitaciones de una visión estrechamente secularista de las sociedades europeas. El fin de la opresión ideológica y el ascenso de los fundamentalismos llevan entender mejor la realidad: uno de los rasgos más marcados de Europa es la separación flexible entre lo político y lo religioso, y el pleno ejercicio de la libertad de creencia como condición del desarrollo de la persona y del enriquecimiento de la vida social (…) Fenómenos tan diversos como la crisis de la transmisión entre las generaciones, las secuelas de la represión antirreligiosa y la invasión de una subcultura mediática y mercantil han llevado a los responsables más apegados a la laicidad a reconocer que la ignorancia sobre las religiones se ha convertido en una amenaza para la vida y para la cohesión de cada país, así como para el pleno desarrollo de la construcción europea”.

Lección del mundo protestante A tenor de la proporción de familias que escogen la enseñanza de la religión (ver cuadro en p. 4), se ve que el español medio quiere que sus hijos e hijas conozcan la religión que profesa y la historia de las religiones (aunque son cosas distintas, ambas necesarias). Después de 25 años de discusión sobre la enseñanza religiosa en la escuela, es ya hora de empezar una etapa en la que dediquemos las energías a proporcionar medios al profesorado que debe impartir la asignatura confesional y la de cultura religiosa. En los sucesivos años que he impartido cursos sobre interculturalidad en el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Zaragoza a profesores de Secundaria y Bachillerato he sido testigo del malestar que ha creado la impartición de unas asignaturas alternativas a la religión mal planteadas, asignadas a los profesores recién llegados o a quienes debían completar su horario lectivo. Por su parte, el cuadro de profesores de enseñanza confesional se ha cubierto con profesorado de diversos niveles de preparación.

Es necesario que las personas encargadas de estas enseñanzas, como las de cualquier otra, estén bien preparadas. España sigue dividida muchas veces entre su clericalismo y su anticlericalismo. Una buena muestra del primero, a mi juicio, es que los estudios de teología se han contemplado sólo como parte de la formación de los sacerdotes. En ese punto, creo que debemos aprender una lección del mundo protestante, en el que los profesores que van a impartir las materias de cultura religiosa o historia de las religiones en la enseñanza secundaria y bachiller deben cursar en la Universidad del Estado una licenciatura pertinente, y otra licenciatura de teología confesional protestante o católica, o una especialidad dentro de la licenciatura o diplomatura de Magisterio para quienes impartan esas materias en primaria.

Esas carreras, incluida la confesional, denominada Divinity en las universidades anglosajonas, no es una carrera para clérigos, sino estudios cursados por profesores laicos que, por ejemplo en Alemania, Escocia e Inglaterra, opositarán como el resto de sus colegas para ser funcionarios de esas asignaturas en el sistema educativo estatal.

En España sólo algunas universidades de la Iglesia han articulado enseñanzas de la licenciatura de Teología a las que pueden acceder laicos. En cambio, los países europeos que he citado anteriormente ofrecen entre sus enseñanzas estatales dicha licenciatura. Hasta la republicana Francia conserva en Estrasburgo la licenciatura de Teología impartida en la Universidad del Estado, dándose el caso de que la alcaldesa de la ciudad es licenciada en esa materia.

Formación del profesorado En España, debido a la crispación del debate sobre la enseñanza de la religión, jalonado por una continua jurisprudencia del Tribunal Supremo, no se ha dado el clima adecuado hasta ahora para articular estas enseñanzas de mejor modo. En ocasiones, los profesores que imparten religión en los centros escolares públicos han sido víctimas de actitudes hostiles y sectarias en el claustro de docentes. Es ese sectarismo el que peca, en todo caso, de inconstitucionalidad.

En definitiva, hay que preparar adecuadamente el profesorado para impartir con rigor esas materias. De hecho, los programas de “Sociedad, Cultura y Religión” estaban en vigor en la legislación nacional y autonómica ya desde 1995 dentro de las materias alternativas a la religión, aunque en la práctica no se impartieran en casi ningún centro escolar.

En el futuro, cuando las aguas vuelvan a su cauce, y sean superados tanto el laicismo beligerante como el clericalismo de sacristía, habrá que articular en la Universidad estatal una licenciatura de ciencias teológicas (confesional) y una historia de las religiones (en este caso no doctrinal, sino descriptiva).

El siglo XXI será el de los laicos y no el del laicismo, y tampoco el del clericalismo, espero, pero eso está por hacer.

María Elósegui Itxaso (elosegui@posta.unizar.es) es Profesora Titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de Zaragoza.

Salvador Cervera, “La depresión, entre el malestar y la enfermedad”, Zenit, 23.XI.2003

Síntesis de la intervención pronunciada por el profesor Salvador Cervera Enguix, profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, en la XVIII Conferencia Internacional sobre «La depresión», convocada por el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud del 13 al 14 de noviembre.

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Manuel Guerra, “La invasión de las sectas en el mundo hispánico”, Zenit, 14.IX.03

«La raíz principal de la difusión de las sectas radica en cada cristiano», alerta el especialista en historia de las religiones y sectas Manuel Guerra, autor de un nuevo libro en el que explica cuáles son las sectas y corrientes sectarias que acechan el mundo hispano. Guerra está convencido de que «sin una formación doctrinal, vibración interior y oración y dinamismo apostólico, el terreno puede quedar abonado para la penetración de las sectas». Manuel Guerra Gómez, experto en sectas, es el autor de un libro-guía para orientarse en este complejo mundo: «Las sectas y su invasión del mundo hispano: una guía», publicado por las Ediciones Universidad de Navarra (http://www.eunsa.es). Manuel Guerra es sacerdote de la diócesis de Burgos, profesor emérito en la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, en la que sigue impartiendo Historia de las Religiones.

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Jaime Nubiola, “La marea negra de la pornografía”, Aceprensa, 11.IX.2003

La pornografía es uno de esos temas de los que se habla poco, pero influye mucho. En la sociedad occidental solo se considera verdaderamente reprobable la denominada “pornografía infantil”, y, a juzgar por las reacciones que suscita cualquier intento de contener otras modalidades, hay más adicción de la que parece. También la “pornografía de lujo”, que pretende ser aceptada bajo el término de “erotismo”, se abre paso en los medios de comunicación, la publicidad o las modas. Por eso es interesante clarificar términos y deslindar campos, como lo hace el filósofo Jaime Nubiola en este texto, síntesis de una conferencia. Continuar leyendo “Jaime Nubiola, “La marea negra de la pornografía”, Aceprensa, 11.IX.2003″

Giovanni Lajolo, “La libertad religiosa, piedra angular de la dignidad humana”, Zenit, 7.II.05

Intervención del arzobispo Giovanni Lajolo, secretario de las relaciones de la Santa Sede con los Estados, en el congreso sobre la libertad religiosa celebrado el 3 de diciembre en la Universidad Pontificia Gregoriana por iniciativa de la embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede.

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Julián Marías, “Males presentes”, ABC, 31.X.2002

HACE cosa de veinte años dije que tres males amenazadores del mundo actual, en especial de Occidente -el terrorismo organizado, la difusión universal de la droga y la aceptación social del aborto-, se habían constituido y consolidado en la decena de los años sesenta. Continuar leyendo “Julián Marías, “Males presentes”, ABC, 31.X.2002″

Informe sobre el estado de la libertad religiosa en el mundo, 26.X.02

WASHINGTON, 26 octubre 2002 (ZENIT).- El 7 de octubre el gobierno norteamericano hacía público su último informe sobre libertad religiosa en el mundo. A pesar de los muchos acuerdos internacionales que obligan a las naciones a garantizar la libertad religiosa, el informe observa: “Gran parte de la población mundial vive en países donde el derecho a la libertad de religión se ve restringido o prohibido”.

El informe internacional sobre libertad religiosa para el año 2002, prepab6987alf rado por el Departamento de Estado, es el cuarto informe de esta clase desde que entrara en vigor el Acta Internacional de Libertad Religiosa de 1998. El último informe cubre el periodo que va desde el 1 de julio de 2001 hasta el 30 de junio del 2002, y tiene información sobre más de 190 países.

La primera parte del informe se ocupa de las naciones donde se restringe la libertad religiosa. A la cabeza de la lista se encuentran los países considerados como totalitarios o autoritarios en sus intentos de controlar las creencias o la práctica religiosa. En Birmania, por ejemplo, “el gobierno generalmente se ha infiltrado o controlado los encuentros y actividades de prácticamente todas las organizaciones, incluyendo las religiosas”. Aunque las autoridades demuestran preferencia por el budismo, incluso el clero budista está severamente restringido en sus actividades, dice el informe.

Con respecto a China, el informe habla de la “dura represión” de aquellos grupos que carecen de aprobación oficial. Se ha intensificado en algunos lugares la campaña del gobierno para encauzar toda expresión religiosa en organizaciones que estén bajo supervisión, observa el informe.

La policía sigue cerrando mezquitas, templos y seminarios que no se someten a controles oficiales y “sobre todo los líderes de los grupos no autorizados, son con frecuencia objeto de hostigamiento, interrogatorio, detención y abuso físico, incluida la tortura”.

También recibe críticas Corea del Norte. “Los grupos confesionales y de derechos humanos fuera del país han mostrado numerosos informes sobre la manera en que los miembros de las Iglesias clandestinas son golpeados, arrestados y asesinados”, establece el informe.

Otros países asiáticos mencionados son Laos y Vietnam. El informe pone especial atención en la persecución de los protestantes Hmong en Vietnam, algunos de cuyos miembros han sido acusados de practicar la religión ilegalmente y han sido encarcelados con penas de más de tres años.

Cuba también está en la lista negra, pues según el informe, el gobierno mantiene “sus esfuerzos por mantener un fuerte grado de control sobre la religión”. El informe menciona la vigilancia a la que someten a los fieles las fuerzas de seguridad y añade: “La capacidad de las Iglesias para crear escuelas, formar a trabajadores religiosos, e imprimir material religioso está prohibida o severamente restringida”.

Naciones islámicas La siguiente categoría de países examinados incluye a aquellos que manifiestan hostilidad hacia las religiones minoritarias o no aprobadas. Muchos de estos países son islámicos. En Irán, por ejemplo, hay “una atmósfera de amenaza para algunas minorías religiosas”. Los grupos minoritarios sufren discriminación en áreas tales como empleo, educación y vivienda.

En Irak, continúa la persecución contra la minoría musulmana chií. El informe acusa al gobierno de “una brutal campaña de asesinatos, ejecuciones sumariales, arrestos arbitrarios, y detenciones prolongadas contra los líderes religiosos chiítas y sus seguidores”.

En cuanto a Pakistán, el Departamento de Estado de los Estados Unidos acusa al gobierno de ser incapaz de proteger los derechos de las minorías religiosas y de no estar dispuesto a actuar “contra las fuerzas sociales hostiles a quienes practican una fe diferente”. El informe también critica las leyes contra la blasfemia (cuyo castigo incluye la pena de muerte), que son usadas para acusar e intimidar a los musulmanes así como a otros creyentes.

El informe es incluso más duro cuando habla de Arabia Saudí. “No existe libertad de religión en Arabia Saudí”, establece. No se permite ninguna manifestación pública de creencias no musulmanas, constata. No se permite al clero de otras religiones entrar en el país para proporcionar servicios a sus fieles que viven en Arabia Saudí.

Ni siquiera los musulmanes se libran de la persecución. Los miembros de la minoría chií hacen frente “a una discriminación política y económica institucionalizada, incluyendo restricciones en la práctica de su fe”.

En Sudán, muchas de las víctimas de los ataques del gobierno en la larga guerra civil son miembros de grupos cristianos o de religiones indígenas, dice el informe. Los reclutamientos forzados y la esclavitud continúan en las zonas en guerra, al igual que la conversión forzada al Islam. “El reconocimiento del Islam por parte del gobierno como religión de Estado promueve una atmósfera en la que los no musulmanes son tratados como ciudadanos de segundo orden”, observa el informe.

También se critica a Turkmenistán y a Uzbekistán. El primero continúa restringiendo las manifestaciones religiosas; el gobierno impone severos límites a las actividades de las organizaciones no registradas. En Uzbekistán, los grupos islámicos no autorizados hacen frente a una “dura campaña”, mientras que las iglesias cristianas son toleradas solamente si no intentan lograr conversiones entre la población local.

Leyes no respetadas Otro grupo de países no son capaces de hacer cumplir las leyes existentes que supuestamente protegen la libertad religiosa. En Bangladesh, “con frecuencia la policía es lenta al tener que asistir a miembros de las minorías religiosas cuando son víctimas de crímenes, lo que contribuye a una atmósfera de impunidad”.

En Bielorrusia, la política gubernamental favorece a la Iglesia ortodoxa, mientras otros grupos hacen frente a un “creciente hostigamiento”. Una nueva ley en proceso de ser aprobada aumentaría las restricciones de la libertad religiosa. También se critica a Rusia por continuar utilizando la Ley sobre Libertad de Conciencia de 1997. El informe observa las dificultades que afronta el clero, especialmente los cristianos católicos y evangélicos, para obtener visados de entrada o permanencia en Rusia.

En Egipto se ha registrado cierta mejora, pero su gobierno continúa procesando a personas por creencias no ortodoxas. Y “el proceso de aprobación para la construcción de una Iglesia ha continuado siendo un desperdicio de tiempo y responde de manera insuficiente a las esperanzas de la comunidad cristiana”, dice el informe de Estados Unidos.

También se juzga la violencia religiosa en la India, particularmente los enfrentamientos de inicios de este año protagonizados por grupos hindúes en Gujarat. La hostilidad hacia los musulmanes en Gujarat ha estado relacionada con problemas en la coalición de gobierno, liderada por el Bharatiya Janata (BJP), partido nacionalista hindú “con lazos con grupos chauvinistas hindúes implicados en el pasado en ataques contra las minorías religiosas”.

Otro país criticado es Indonesia. Su gobierno “tolera en la actualidad los abusos contra la libertad de religión”, acusa el Departamento de Estado. Y en Nigeria, la introducción de la Sharia, o ley islámica, en varios estados del norte contradice cláusulas de la Constitución federal, observa el informe. Los miembros de las religiones minoritarias tienen que afrontar en muchas partes discriminaciones por parte de los funcionarios estatales.

Como en pasados informes, algunos países europeos –Bélgica, Francia y Alemania– son criticados por sus leyes que limitan las actividades de algunas sectas. El informe alega que estas leyes “anti-culto” podrían llevarse a la práctica “de forma que den como resultado la persecución de personas por su fe”. El informe también advierte que estas leyes, especialmente una francesa, podrían ser copiadas por otros países, donde las autoridades no serían tan cuidadosas a la hora de llevarlas a la práctica.

El 11 de octubre se cumplía el 40 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II. “La persona humana tiene derecho a la libertad religiosa”, establece Dignitatis Humanae, la declaración aprobada en el Concilio sobre libertad religiosa. La autoridad civil, observa el documento “excede sus límites si pretende dirigir o impedir actos religiosos”. Cuarenta años después, muchos hombres y mujeres del planeta esperan que este derecho básico se respete.

Tomado de Zenit, ZSI02102602

Andrés Ollero, “Religiones y solidaridad”, El Grado, 20.IV.2002

Conferencia pronunciada en las III Jornadas del Voluntariado, promovidas por la ONG Cooperación Social en El Grado (Huesca, España).

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José Ramón Ayllón, “Entender el silencio de Dios eterno”, Arvo, 15.XI.02

Un niño judío, Elie Wiesel, llegó una noche a un campo de exterminio y más tarde escribió lo siguiente: “No lejos de nosotros, de un foso subían llamas gigantescas. Estaban quemando algo. Un camión se acercó al foso y descargo su carga: ¡eran niños! Si, lo vi con mis propios ojos. No podía creerlo. Tenia que ser una pesadilla. Me mordí los labios para comprobar que estaba vivo y despierto. ¿Cómo era posible que se quemara a hombres, a niños, y que el mundo callara? No podía ser verdad. Jamás olvidaré esa primera noche en el campo, que hizo de mi vida una larga noche bajo siete vueltas de llave. Jamás olvidaré esa humareda y esas caras de los niños que vi convertirse en humo. Jamás olvidaré esos instantes que asesinaron a mi Dios y a mi alma, y que dieron a mis sueños el rostro del desierto. Jamás olvidaré ese silencio nocturno que me quitó para siempre las ganas de vivir.” Aquel niño judío no pudo entender el silencio del Dios eterno en el que creía, del Señor del Universo, del Todopoderoso y Terrible. Tampoco pudo entender la plegaria sabática de los demás prisioneros. “Todas mis fibras se rebelaban. ¿Lo alabaría yo porque había hecho quemar a millares de niños en las fosas? ¿Porque hacia funcionar seis crematorios noche y día? ¿porque en su omnipotencia había creado Auschwitz, Birkenau, Buna y tantas fábricas de la muerte? Un Dios todopoderoso y bueno, ¿podía crear un mundo sin mal. Si no podía, no es todopoderoso; si podía, le falta bondad. Estamos ante el dilema clásico, desde Confucio hasta Voltaire; la existencia del mal y del sufrimiento es el principal obstáculo para la fe en Dios, y el argumento más importante en favor del ateísmo. Los hombres niegan a Dios porque observan que el mal triunfa, porque experimentan sufrimientos sin sentido. Sin embargo, la fe en Dios y en los dioses nació porque los hombres sufrían y sentían la necesidad de liberarse del mal. La existencia del mal se convierte en prueba de la existencia de Dios cuando provoca el descontento de este mundo y orienta a los hombres hacia otro mundo distinto. Los sofistas fueron los primeros en apreciar ese fundamento empírico de la conciencia religiosa.

Es oportuno volver a las palabras de Zeus y recordar que no es decente echar sobre Dios la responsabilidad de nuestros crímenes. Pero nos gustaría preguntarle por qué se ha concedido a los hombres la enorme libertad de torturar a sus semejantes; nos gustaría preguntar. Como Shakespeare, por qué el alma humana, que a veces lleva tanta belleza, tanta bondad, tanta savia de nobleza, puede ser el nido de los instintos más deshumanizados. Quizá sirva como respuesta la que ofrece Jean-Marie Lustiger, otro muchacho judío con una historia similar: “Yo tenía la sensación de que nos hundíamos en un abismo infernal, en una injusticia monstruosa. Hay en la experiencia humana abismos de maldad que la razón no puede ni siquiera calificar. Buenos virajes hacia lo irracional, donde las causas no están en proporción con los efectos. Y los hombres que encarnan esa maldad parecen pobres actores, porque el mal que sale de ellos les excede infinitamente. Son peleles, títeres insignificantes de un mal absoluto que los desborda. Y el rostro que se oculta no es el suyo es el de Satán. Sólo así se explica que una civilización que desea la razón y la justicia caiga en todo lo contrario: en la aniquilación y en el absurdo absoluto”.

Los dos adolescentes se salvaron de la barbarie nazi. Medio siglo después, a Wiesel le concedían el Premio Nobel de la Paz y Lustiger se convertía en arzobispo de París. La respuesta de Lustiger no es original. Desde antiguo, la magnitud del mal hace intuir, junto con un Dios bueno, la existencia de un principio maligno con poderes sobrehumanos. Pero, si el Dios bueno es todopoderoso, aparece como último responsable del triunfo del mal, al menos por no impedirlo. Sumergida en el mal, la historia humana se convierte a veces en un juicio a Dios, en su acusación por parte del hombre. Hay épocas en las que la opinión pública sienta a Dios en el banquillo; ya sucedió en el siglo de Voltaire, y sucede ahora. El periodista Vittorio Messori interpela al papa, representante y defensor del Dios bíblico: “¿Cómo se puede confiar en un Dios que se supone Padre misericordioso, a la vista del sufrimiento, de la injusticia, de la enfermedad, de la muerte, que parecen dominar la gran Historia del mundo y la pequeña historia cotidiana de cada uno de nosotros?” “La contestación del Pontífice es de una radicalidad proporcionada a la magnitud del problema: el Dios bíblico entregó a su Hijo a la muerte en la cruz. ¿Podía justificarse de otro modo ante la sufriente historia humana? ¿No es una prueba de solidaridad con el hombre que sufre? El hecho de que Cristo haya permanecido clavado en la cruz hasta el final, el hecho de que sobre la cruz haya podido decir como todos los que sufren: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, ha quedado en la historia del hombre como el argumento más fuerte. “Si no hubiera existido esa agonía en la cruz -dice Juan Pablo II-, la verdad de que Dios es Amor estaría por demostrar.” Cuando Ulises regresa a Ítaca -su patria-, se presenta disfrazado ante su porquero Eumeo con aspecto de anciano harapiento. Eumeo no le reconoce, pero se compadece y le acoge con hospitalidad. Ulises lo agradece de veras y el porquero le explica que “no es santo deshonrar a un extraño ni aunque viniera uno más miserable que tú, pues todos los forasteros y mendigos son de Zeus”. Desde Homero, la referencia a la Divinidad se ve como indispensable para dotar al hombre de inviolabilidad. El Libro Eterno, más explícito, define al hombre como hijo de Dios, y sabemos que cualquier otra definición rebaja peligrosamente su dignidad. Si ser considerado hijo de Dios no siempre ha sido suficiente para proteger al hombre, ser mero animal racional o animal social es dar demasiadas facilidades para pisotearlo.