Andrés Ollero, “Religiones y solidaridad”, El Grado, 20.IV.2002

Conferencia pronunciada en las III Jornadas del Voluntariado, promovidas por la ONG Cooperación Social en El Grado (Huesca, España).

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Massimo Introvigne, “La Nueva Era, respuesta equivocada a la búsqueda de sentido”, Zenit, 18.III.03

Entrevista al especialista en nuevos movimientos religiosos Massimo Introvigne.

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Mary Ann Glendon, “La fe, sin rebajas”, 23.I.2003

Mary Ann Glendon, nombrada doctor honoris causa por la Universidad de Navarra, propuso en su discurso un mayor arrojo de los católicos para defender en la sociedad los valores cristianos. Para ello, es necesario conocer la propia ‘tradición intelectual’.

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Ignacio Sánchez Cámara, “Relativismo dogmático”, ABC, 27.X.2001

Apenas pasa un día sin que podamos asistir a una demostración del dogmatismo de quienes profesan, más bien de boquilla, el más displicente de los relativismos. Esta actitud goza de una inmerecida buena fama, pues pretende ir asociada a la tolerancia, a la ausencia de dogmatismo, a la aceptación de la posible razón del discrepante, en suma, a la posesión de un talante civilizado, elegante y exquisito. La verdad es que todas estas virtudes carecen de verdadero mérito en el relativismo consecuente, pues nada más natural que admita la razón del adversario quien estima que su posición es relativa, discutible y dudosa. En última instancia, el relativismo radical es incompatible con la tolerancia, pues la vuelve superflua e imposible. Se tolera lo que se estima deficiente, erróneo o falso. Lo que puede ser verdadero y acertado no se tolera; se acepta o se discute. Pero lo curioso es la facilidad con la que tantos relativistas confesos desmienten con sus palabras y sus obras la doctrina que dicen profesar. En ocasiones superan en dogmatismo y descalificación del adversario a quienes pretenden imponer el carácter absoluto y objetivo de su verdad. Nadie más dogmático que un relativista radical. También algunos de los más violentos se encuentran en las filas de los pacifistas. En primer lugar, están tan seguros de estar en posesión de la verdad, a pesar de su relativismo, que exhiben la más feroz arrogancia contra los que tildan de dogmáticos. Dogmatismo por dogmatismo, el suyo tampoco está mal. Las personalidades más autoritarias suelen encontrarse entre estos ardorosos relativistas de salón. En esto, cierta izquierda alcanza auténtica maestría. Todo es relativo, pero Castro es un benefactor de la humanidad. Todo es relativo, pero los Estados Unidos son culpables de todo el mal del mundo. Todo es relativo, pero la religión es un engaño. Todo es relativo, menos la razón indeleble y eterna que les asiste. En lo único en lo que son coherentes con su relativismo es en lo que se refiere a las dictaduras. Ahí todo depende: unas son buenas y otras malas. En el fondo, se trata de un falso relativismo unidireccional, de una pura coartada. Son relativistas a la hora de combatir las tesis que rechazan, pero son dogmáticos cuando defienden las suyas propias. Sus oponentes son dogmáticos. Ellos lo saben bien, aunque todo es opinable. En lugar de argumentar, descalifican. Si no les gusta una ley, es injusta y se incumple. Es un relativismo fingido y estratégico. La ley democráticamente aprobada es la suprema expresión de la justicia, pero sólo cuando gobiernan ellos. Son unos extraños relativistas, siempre dispuestos a lapidar dialécticamente, y, en los peores casos, de manera literal, al adversario. Son los representantes de un relativismo frenético y visceral. En la España de hace unas décadas, buena parte de la izquierda abrazó la filosofía analítica y el neopositivismo lógico, pensando tal vez que constituían una excelente manera de combatir al pensamiento metafísico tradicional, especialmente el religioso, instaurando el escepticismo en materias morales, políticas y religiosas. Mas omitían el pequeño detalle de que si su interpretación de esas teorías era correcta, también quedaban reducidos a añicos y cenizas sus propios postulados y, especialmente, su idolatrado marxismo. Se trataba para ellos de una herramienta útil para combatir al adversario, pero que se desvanecía y volvía inútil cuando se trataba de aplicársela a ellos mismos. El episodio, aunque ya lejano, permite aclarar la condición nativa de esta tan curiosa especie que goza de excelente salud.

Rafael Navarro-Valls, “La primera de las libertades” (libertad religiosa), El Mundo, 18.VIII.97

Lo que no se logró en las conferencias de El Cairo y de Beijing o en el debate sobre la ampliación de la OTAN lo ha conseguido la libertad religiosa. Me refiero a la coincidencia de Juan Pablo II, Clinton y Yeltsin frente al proyecto de ley sobre libertad de culto, aprobada hace unos días por el Parlamento ruso. Tengo delante el texto íntegro de la carta enviada por el Papa a Yeltsin, alentándole a dar una nueva redacción a la ley rusa. También, el ultimátum del Senado de EEUU a Rusia por la restricción de la actividad de las confesiones protestantes, el informe que acaba de hacer público el Departamento de Estado norteamericano sobre el estado de la libertad religiosa en el mundo, y los términos del veto del presidente ruso, que deja en suspenso la promulgación de la ley aprobada por la Duma. En los cuatro documentos, un punto de convergencia: la libertad religiosa es la primera de las libertades y su restricción supone una grave lesión de los derechos humanos.

La cuestión debatida en los medios nacionalistas rusos y en los foros internacionales es ésta: ¿el veto de Yeltsin es la lógica reacción de defensa frente a una lesión de las libertades básicas o, más bien, el fruto de una injerencia extranjera a través de una concertada presión internacional? El análisis de algunas actuaciones dispersas de las iglesias ortodoxas permitirá aclarar el interrogante.

Es sintomático que, mientras en las zonas musulmanas de Sarajevo los católicos y protestantes pudieron continuar practicando su culto, en la parte serbia se produjo una expulsión masiva de sacerdotes y ministros de otros cultos cristianos. En Grecia, la Constitución vigente dispone que «el proselitismo está prohibido». Esta cláusula es un medio de defensa de la Iglesia ortodoxa griega, que se remonta a la Constitución de 1844, donde se incluyó para frenar una campaña de la iglesia evangélica entre los estudiantes griegos. La intolerancia frente a otros cultos es tan evidente que no hace mucho el Tribunal de Derechos Humanos ha debido condenar a Grecia por reprimir penalmente el proselitismo intentado por un testigo de Jehová (caso Kokkinakis) sobre una mujer de religión ortodoxa.

Si ahora centramos la atención sobre la actuación de la Iglesia ortodoxa rusa se entiende algo más el veto de Yeltsin. La ley aprobada por el Parlamento ruso establece la primacía nacional de la Iglesia ortodoxa. Junto a ella, define confusamente como religiones «tradicionales» de Rusia -además de la ortodoxa- el islam, el budismo, el judaísmo y «otras religiones», que no precisa. Las religiones no explícitamente «tradicionales» deberán acudir a registrarse antes del 31 de diciembre de 1998. En el registro, para obtener el reconocimiento de «organización religiosa panrusa» y lograr plenos derechos públicos, una iglesia o confesión tendrá que presentar 100.000 firmas y demostrar que tiene «representaciones», hoy y desde hace más de 50 años, en al menos la mitad de las provincias rusas. Los que no consigan ese reconocimiento no gozarán de personalidad jurídica durante un mínimo de 15 años, de derechos de propiedad, de editar publicaciones, no podrán practicar culto público ni crear instituciones de enseñanza. Podrán ser sancionadas, entre otros supuestos, si hacen propaganda en favor de la objeción de conciencia.

Los términos restrictivos de esta ley -apoyada por el poderoso grupo comunista en la Duma- se explican por el contexto histórico ruso. El estado zarista y la Iglesia ortodoxa tuvieron un concepto monista de la autoridad. «Autocracia, ortodoxia y nacionalismo» fue el lema oficial del zar Nicolás I y sus sucesores. Aunque el sistema soviético proscribió la religión, Stalin utilizó la influencia de la Iglesia ortodoxa como elemento de cohesión del nacionalismo ruso. Y, más tarde, para acceder al estado clerical en la Iglesia ortodoxa había que firmar un documento de adhesión al KGB. Este dato -hecho público durante la glasnot de Gorbachov- ha erosionado el prestigio de la Iglesia ortodoxa, propiciando conversiones al catolicismo y al protestantismo. De ahí, entre otras razones, el temor ortodoxo a una ley que facilite el proselitismo de otras confesiones.

Ciertamente, no todo es juego limpio en el proselitismo. El peligro de manipulación o fraude es evidente. Pero en esta materia ocurre como con la libertad de expresión. Si se aceptan los valores de la prensa libre, es preciso también aceptar el riesgo de que parte de la prensa vaya a actuar irresponsablemente en un momento determinado. Como ha dicho Tom Wicker, no existe medio alguno con el que se pueda prevenir tal riego sin eliminar la libertad de prensa. También en materia religiosa el Estado tiene que correr el riesgo de la libertad. Es el ciudadano el que debe defenderse de la indoctrinación sectaria. No es bueno que el Estado intervenga -salvo especialísimos supuestos- creando zonas de incontaminación al amparo de influencias externas. El argumento de la «defensa del indefenso» suele ser, en esta materia, casi siempre la carta jugada por los Estados totalitarios.

Rafael Navarro Valls es Catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

Joseph Pearce, “J.R.R. Tolkien o la lucha de la verdad contra el relativismo”, 19.XI.01

Entrevista a Joseph Pearce sobre el «Señor de los Anillos».

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Informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre libertad religiosa, 17.XI.01

WASHINGTON, 17 noviembre 2001 (ZENIT.org).- El tercer “Informe sobre libertad religiosa en el mundo” elaborado por el Departamento de Estado norteamericano, recién publicado, hace mención especial a algunos países asiáticos, incluyendo, aunque no cause sorpresa, Afganistán.

La introducción al informe manifiesta que su propósito “es presentar el plan de acción de Estados Unidos para promover la libertad religiosa en el mundo”. El informe abarca el periodo que se extiende entre el 1 de julio del 2000 al 30 de junio del 2001.

Los países particularmente censurados son aquellos que son definidos como “regímenes totalitarios o autoritarios”, que buscan un monopolio de las ideas.

Asia en la mira Los talibán en Afganistán son culpables de una “marcado deterioro de la libertad religiosa” por la rígida aplicación de la “charia”, o ley islámica. El informe cita la represión de la minoría chiíta, la destrucción de las dos estatuas gigantes de Buda, y la prohibición de actividades religiosas a los no musulmanes.

Birmania es otro país asiático destacado por su gobierno totalitario. El informe acusa a las autoridades birmanas de imponer restricciones, al infiltrarse en las reuniones y actividades de las organizaciones religiosas. El régimen ha bloqueado también los esfuerzos para promover los derechos humanos y la libertad política llevados a cabo por el clero budista.

En China, la libertad religiosa ha empeorado, afirma el informe. Las autoridades se han mostrado especialmente duras en relación con el movimiento Falun Gong y con los monjes budistas tibetanos.

En algunas regiones, las iglesias católicas clandestinas leales a Roma, así como casas-iglesia protestantes han sufrido ataques más frecuentes y persecución. Las autoridades han tomado medidas enérgicas contra las iglesias no registradas, y las han amenazado con chantajes, detenciones y demolición de sus propiedades.

También Laos y Vietnam son puestos en la picota. El gobierno laosiano, dice el informe norteamericano, ha forzado a cientos de cristianos para que firmen escritos de renuncia de su fe, y ha cerrado más de 65 iglesias.

En Vietnam se ha reprimido los grupos carentes de reconocimiento oficial, y se han mantenido las restricciones que sufrían las jerarquías y el clero de los grupos que han sido oficialmente reconocidos. Vietnam “sigue limitando el número de ordenaciones sacerdotales, la publicación de materiales religiosos, y las actividades educativas y humanitarias” dice el informe. El Estado también controla los grupos a través de evaluaciones políticas de sus líderes y de quienes serán sacerdotes o monjes.

En Corea del Norte, el panorama es todavía de persecución total. El documento del Departamento de Estado norteamericano ha notar que “grupos religiosos” y de derechos humanos han elaborado numerosos informes sobre cómo se ha golpeado a los miembros de las iglesias clandestinas, se les ha arrestado o asesinado a causa de sus creencias religiosas.

Resulta difícil de encontrar una confirmación independiente de estos alegatos, pero “el peso colectivo de las evidencias de estos casos de cruel trato a que se ve sometida la actividad religiosa ilegal, da crédito a estas informaciones”, dice el informe.

Fuera de Asia, Cuba destaca por sus restricciones. El Ministerio del Interior desarrolla actividades que incluyen “la infiltración, el seguimiento y el acoso de los grupos religiosos. El gobierno en pocas ocasiones permite la construcción de nuevas iglesias, y fuerza a muchos de los fieles a que busquen autorizaciones para reunirse en sus propios hogares. Obtener un permiso y comprar materiales para reparar las iglesias existentes sigue siendo un proceso largo y costoso”.

Países islámicos El informe dedica una sección a cómo algunos gobiernos persiguen a religiones minoritarias. En este grupo se incluye a un cierto número de países islámicos. Se critica a Irán el haber provocado sentimientos anti-bahai y anti-judíos con propósitos políticos. “Bahais, judíos, cristianos, mazdeístas y musulmanes sufíes sufren prisiones, acosos o intimidaciones a causa de sus creencias religiosas” afirma el informe norteamericano.

En Irak, donde los árabes sunníes dominan la vida política y económica, el gobierno discrimina sistemáticamente a los chiítas, y así “se restringen o prohíben muchas prácticas religiosas chiítas”. Se acusa a las autoridades de haber desarrollado durante décadas “una campaña brutal de asesinatos, ejecuciones sumarias, arrestos arbitrarios y detenciones prolongadas contra los líderes religiosos chiítas y sus adeptos”.

En Pakistán, donde en un domingo pasado, un grupo de cristianos fue masacrado mientras asistían a una ceremonia en una iglesia católica, el gobierno ha fallado en la protección de los derechos de las minorías. Las minorías son registradas en un sistema electoral separado y con frecuencia se convierten en objetivos fáciles de las leyes contra la blasfemia.

Arabia Saudita no sale mejor parada. “La libertad religiosa no existe en Arabia Saudita”, dice el informe llanamente. Todos los ciudadanos son obligados a ser musulmanes, y están prohibidas las manifestaciones públicas de las religiones no musulmanas. Incluso se persiguen las ceremonias privadas no musulmanas. Las autoridades no permiten entrar al clero en el país para llevar a cabo servicios religiosos no musulmanes.

Sudán es otro régimen islámico acusado de actividades represoras, especialmente contra los cristianos y las creencias tradicionales indígenas. Con dificultad se renuevan los visados de los sacerdotes católicos extranjeros, anota el informe, y “los no musulmanes son tratados como ciudadanos de segunda clase”.

Dos antiguas repúblicas soviéticas de Asia central, Turkmenistán y Uzbekistán, se llevan también ataques en el informe. En Turkmenistán, el gobierno pide a todas las religiones que se registren, pero en realidad sólo se permite la inscripción al Islam Sunní y a la Ortodoxia rusa. En Uzbekistán, las autoridades continúan una “dura campaña contra los grupos islámicos no autorizados”.

Ofensas menos serias Se acusa a un cierto número de Estados de hacer muy poco para evitar violaciones de la libertad religiosa, llevadas a cabo por grupos privados u oficiales locales.

Entre esta clase de países se encuentra Egipto, donde cristianos y judíos sufren dificultades. En India, el gobierno central es acusado de impotencia en la salvaguarda de la libertad religiosa. Es evidente la falta de acción contra los grupos extremistas hindúes que atacan a las minorías. El gobierno de Indonesia viene considerado como “incapaz de controlar el extremismo religioso o de evitar la violencia cometida y motivada por grupos radicales que dicen representar ciertos puntos de vista religiosos”. El informe menciona, en particular, los asesinatos y las conversiones forzosas en las Molucas, y la introducción de ciertas partes de la ley islámica en la provincia de Aceh.

Se critica a Nigeria por sus tumultuosas relaciones entre musulmanes y cristianos. La introducción de la “charia” en cierto número de provincias norteñas ha elevado las tensiones.

No todo es negativo. El informe detecta progresos en México, Argentina, Azerbaiyán, Bosnia y Herzegovina, la República Checa, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Hungría, Jordania, Kazajstán, Kenya, Mozambique, Perú, Polonia, Rusia y Ruanda. El llamamiento a la libertad religiosa parece que todavía se oye.

Tomado de Zenit, ZSI01111701

J. Olorunfemi Onaiyekan, “La falta de libertad religiosa y el terrorismo fanático”, 10.X.01

CIUDAD DEL VATICANO, 10 octubre 2001 ( ZENIT.org).- Un gran promotor del diálogo con el mundo musulmán ha elevado su voz en el Sínodo para pedir que la asamblea condene con fuerza la violación de los derechos humanos que se da en algunos Estados islámicos, especialmente en los que el fundamentalismo es influyente.

Monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria, constató este martes al tomar la palabra ante los casi 300 participantes en la asamblea: «aquellas naciones que han seguido haciendo de la intolerancia y del fanatismo la bases de su política de Estado, son naturalmente terreno fértil para ese tipo de terrorismo que conmocionó el mundo el pasado 11 de septiembre».

«Y esto no sólo se aplica a los Talibán de Afganistán –aclaró el arzobispo de Abuja–, sino también muchas naciones que han gozado y gozan de respeto político de la así llamada “comunidad internacional”».

«Cuando una nación niega a algunos de sus ciudadanos el derecho fundamental a la libertad de religión y a la igualdad ante la ley, ¿no es acaso culpable de terrorismo de Estado?», preguntó.

Como ejemplo típico de esta situación, mencionó en particular el caso de Sudán «¿Tendrá este Sínodo el coraje para proclamar la verdad que el resto del mundo parece tener el miedo de admitir? –siguió preguntando– ¿Durante cuánto tiempo continuará admitiendo el mundo algunos regímenes que aceptan grandes violaciones de los derechos humanos en el nombre de la religión?».

El arzobispo de Abuja es un convencido impulsor del diálogo con el Islam. En su país, de 120 millones, la mitad son cristianos y la otra mitad musulmanes, algo que considera como una «situación privilegiada» en este campo.

Considera que a pesar de las revueltas que en algunos Estados se han levantado a causa de la imposición de la ley islámica («sharia»), musulmanes y cristianos viven en armonía y afrontan juntos los desafíos del país.

Por eso, considera que es realmente triste el hecho de que los medios de comunicación hablen de su país sólo cuando hay enfrentamientos entre creyentes de las dos religiones.

Estos altercados, que en ese país han dejado centenares de muertos en los últimos meses, tienen dos razones principales, reveló: –Las actividades de fanáticos, de los dos lados, que provocan crisis y conflictos que después acaban involucrando a todos.

–La manipulación de políticos que manipulan la religión para sus propios objetivos. El intento de imponer la «sharia» como ley del Estado es un caso típico.

La respuesta cristiana en la convivencia con el Islam, según el arzobispo nigeriano implica tres elementos: –Profundizar en la fe de nuestros cristianos, para que sean firmes testigos de su fe y respetuosos de los demás.

–Seguir tendiendo nuestras manos al diálogo y la colaboración con la gran mayoría de nuestros conciudadanos musulmanes, hombres y mujeres, que están dispuestos a vivir en paz unos con otros.

–Para garantizar el bien común, resistir y condenar la injusticia, incluso y especialmente cuando se proclama blasfemamente en nombre de Dios.

Monseñor Onaiyekan terminó su intervención con el saludo musulmán en árabe y latín «In-sha-Allahu», «Deo Volente. Amen».

Tomado de Zenit, ZS01101008

Fernando Ocáriz, “Sobre la Declaración Dominus Iesus”, 28.IX.00

Señalar obstáculos no es crearlos.

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Informe sobre el estado de la libertad religiosa a inicios del siglo XXI, 28.III.01

El estado de la libertad religiosa a inicios del siglo XXI
“Ayuda a la Iglesia Necesitada” presenta un nuevo informe Continuar leyendo “Informe sobre el estado de la libertad religiosa a inicios del siglo XXI, 28.III.01”