Alfonso Aguiló, “Soluciones sencillas”, Hacer Familia nº 74, 1.IV.2000

Se cuenta que en una ocasión Cristóbal Colón fue invitado a un banquete donde se le había asignado, como es natural, un puesto de honor.

Uno de los invitados era un cortesano que se sentía muy celoso con el gran descubridor. En cuanto tuvo ocasión, se dirigió hacia él y le preguntó de forma un tanto altiva: —Si usted no hubiera descubierto América, ¿acaso no hay otros hombres en España que habrían podido hacerlo? Colón prefirió no responder directamente a aquel hombre. Le propuso un juego de ingenio. Se levantó, tomó un huevo de gallina fresco e invitó a todos los presentes a que intentaran colocarlo de forma que se mantuviera en pie sobre uno de sus extremos.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “Soluciones sencillas”, Hacer Familia nº 74, 1.IV.2000″

Alfonso Aguiló, “El control de la ira”, Hacer Familia nº 73, 1.III.2000

Cuando alguien recibe un agravio, o algo que le parece un agravio, si es persona poco capaz de controlarse, es fácil que eso le parezca cada más ofensivo, porque su memoria y su imaginación avivan dentro de él un gran fuego gracias a que da vueltas y más vueltas a lo que ha sucedido.

La pasión de la ira tiene una enorme fuerza destructora. La ira es causa de muchas tragedias irreparables. Son muchas las personas que por un instante de cólera han arruinado un proyecto, una amistad, una familia. Por eso conviene que antes de que el incendio tome cuerpo, extingamos las brasas de la irritación sin dar tiempo a que se propague el fuego.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “El control de la ira”, Hacer Familia nº 73, 1.III.2000″

Alfonso Aguiló, “Corresponder”, Hacer Familia nº 72, 1.II.2000

«Mi madre —me decía hace ya tiempo un buen padre de familia— es muy absorbente. Y siento tener que decir que desde que la hemos traído a casa hemos empezado a tener un montón de problemas nuevos.

»Tiene setenta y ocho años y está bastante enferma. Y la enfermedad le afecta ya un poco a la cabeza, y se ha hecho bastante absorbente, como te decía, por no decir que a veces —con perdón— está insoportable.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “Corresponder”, Hacer Familia nº 72, 1.II.2000″

Alfonso Aguiló, “Felicidad y dinero”, Hacer Familia nº 71, 1.I.2000

En una entrevista a la multimillonaria Barbara Hutton, un periodista se dirigió a ella comenzando con la típica frase hecha: “Aunque sabemos que el dinero no da la felicidad, díganos, por favor…”. La entrevistada no le dejó terminar: “Oiga, joven, ¿pero quien le ha dicho a usted esa tontería?”.

Aunque haya infinidad de dichos populares que sostienen que el dinero no asegura nada, es frecuente ver que luego en la vida práctica son pocos los que se lo creen. La respuesta de aquella mujer, y lo cortado que debió quedarse el entrevistador, son un buen reflejo de ello.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “Felicidad y dinero”, Hacer Familia nº 71, 1.I.2000″

Alfonso Aguiló, “La espiral de la queja”, Hacer Familia nº 70, 1.XII.1999

A menudo quizá nos descubrimos quejándonos de pequeños rechazos, de faltas de consideración o de descuidos de los demás. Observamos en nuestro interior ese murmullo, ese gemido, ese lamento que crece y crece aunque no lo queramos. Y vemos que cuanto más nos refugiamos en él, peor nos sentimos; cuanto más lo analizamos, más razones aparecen para seguir quejándonos; cuanto más profundamente entramos en esas razones, más complicadas se vuelven.

Es la queja de un corazón que siente que nunca recibe lo que le corresponde. Una queja expresada de mil maneras, pero que siempre termina creando un fondo de amargura y de decepción.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “La espiral de la queja”, Hacer Familia nº 70, 1.XII.1999″

Alfonso Aguiló, “El poder del lenguaje”, Hacer Familia nº 69, 1.XI.1999

Mercedes Salisachs cuenta en su última novela la historia de Lucía, una niña de once años, huérfana, que después de una infancia azarosa se lanza a la aventura de aprender a leer.

«Lo cierto es que a medida que Lucía se iba adentrando en el mundo de las letras todo cuanto la rodeaba parecía dilatarse, se volvía más comprensivo y luminoso.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “El poder del lenguaje”, Hacer Familia nº 69, 1.XI.1999″

Alfonso Aguiló, “La soledad moral”, Hacer Familia nº 68, 1.X.1999

«Aquel chico —contaba el profesor Robert Coles— tenía quince años, le iban muy mal los estudios, y solía pasar horas y horas en su habitación escuchando música con la puerta cerrada.

»Un día le pregunté por su vida y sus problemas, y se negó a hablar de ellos, con un gesto de desdén. “¿A qué se debe ese gesto?”, le pregunté. “A nada”, contestó. “¿Y no será quizá a ti mismo?”, aventuré yo. Al oír eso, se volvió, me miró con atención, y esperó unos segundos antes de musitar: “¿Por qué dice usted eso?”.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “La soledad moral”, Hacer Familia nº 68, 1.X.1999″

Alfonso Aguiló, “Jugar en equipo”, Hacer Familia nº 67, 1.IX.1999

Si a cualquiera nos preguntaran cuáles han sido las experiencias más enriquecedoras de nuestra vida, las que mejor conservamos en la memoria y recordamos con mayor satisfacción, casi siempre nos referiremos a vivencias personales dentro de un conjunto de personas a las que apreciamos. Quizá sea la familia, o un equipo de trabajo, o un grupo de personas dentro de un determinado ámbito cultural, o de un deporte, o de lo que sea.

Saber compartir, hacer equipo, sentirse unido a otras personas, es siempre gratificante, y también de ordinario un buen acicate para esforzarse, para mejorar. La presencia de otros nos inspira y estimula a un nivel quizá difícilmente accesible para nosotros yendo en solitario. De los demás aprendemos muchas cosas que nos enriquecen enormemente, y por ayudarles a veces nos sorprendemos haciendo cosas que quizá incluso no haríamos ni por nosotros mismos.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “Jugar en equipo”, Hacer Familia nº 67, 1.IX.1999″

Alfonso Aguiló, “El riesgo de la lentitud”, Hacer Familia nº 65-66, 1.VII.1999

Hay gente que un día le salen diez cosas bien y sólo una mal, y llega a su casa en estado de desánimo total. ¿Por qué? Porque permite que esa pequeña cosa que resultó mal deje flotando en su memoria una imagen negativa que llena casi por completo la “pantalla” de su mente. Ha pasado ese día por muchas cosas positivas, pero tiene la habilidad —la desgracia— de no considerarlo apenas. Es como si todo lo positivo quedara de inmediato arrinconado en su memoria. Sólo lo negativo queda bien grabado. Lo demás, pasa sin pena ni gloria, y en poco tiempo queda reducido a imágenes borrosas, grises, lejanas, como viejas fotos desvaídas.

A veces, por ejemplo, se deteriora una amistad, o un matrimonio, o una relación profesional, simplemente porque uno tiende a recordar y almacenar experiencias desagradables sufridas en la relación con esa persona, mientras que las agradables enseguida pierden relieve en la memoria.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “El riesgo de la lentitud”, Hacer Familia nº 65-66, 1.VII.1999″

Alfonso Aguiló, “El atractivo de la virtud”, Hacer Familia nº 64, 1.VI.1999

A veces uno tiende equivocadamente en su interior a etiquetar como desagradables, por ejemplo, determinadas personas, o determinadas tareas, o determinados aspectos relacionados con la mejora del carácter, y no se da cuenta de hasta qué punto le perjudican esos vínculos mentales que se han ido estableciendo en su mente, de manera más o menos consciente.

Ante posibles puntos concretos de mejora personal que advertimos en nuestra vida (vemos, por ejemplo, que deberíamos ser más pacientes, o menos egoístas, más ordenados, menos irascibles, o lo que sea), es frecuente que tendamos a ver esos objetivos como metas muy lejanas, o como algo poco asequible a nuestras fuerzas. Lo vemos quizá como avances apetecibles, sí, pero que alcanzarlos requeriría tal esfuerzo que sólo pensarlo nos produce ya un notable rechazo. Lo percibimos como algo fatigoso y agotador, o que nos llevaría a un estilo de vida de demasiada tensión.

Continuar leyendo “Alfonso Aguiló, “El atractivo de la virtud”, Hacer Familia nº 64, 1.VI.1999″