12. Historia de la Iglesia

Exposición del caso: A Ricardo no le hizo mucha ilusión oír que en Navidades unos tíos suyos iban a pasar casi una semana en la ciudad, y estarían con ellos. Le deshacía algunos planes, y a decir verdad tampoco sus padres parecían muy ilusionados con la visita, sobre todo su padre, probablemente porque el visitante era tío materno de Ricardo. Tenían los tíos una hija de la misma edad de Ricardo, y, como era de esperar, a éste le pidieron que entretuviera a su prima.

No se hablaba mucho en casa de esa rama de la familia, por lo que Ricardo apenas los conocía. Preguntó, y la respuesta de su padre le hizo entender otro de los motivos por los que su visita no era muy deseada: “Mira, tú sabes que comunistas, lo que se dice «comunistas-comunistas», apenas quedan; pues bien, tu tío es uno de ellos. Y de los de antes, los que achacaban a los curas y frailes todos los males habidos y por haber. Por cierto, que ese tema mejor no sacarlo”.

Por fin llegaron los visitantes. Presentaron a Ricardo a su prima, Dolores. Parecía simpática, y Ricardo se propuso averiguar si ella tenía las mismas ideas que su padre. Hablaron, jugaron con un videojuego, y en un momento dado, Ricardo preguntó a su prima si le acompañaba a Misa. —”No, no voy”, fue la respuesta. —”Pero…, ¿nunca?” —”No”. —”¿Cómo así? ¿Piensas lo mismo que tu padre?” —”¿Mi padre? Si es un fósil…” —”¿Qué?” —”Que está más anticuado que un dinosaurio. Pero en alguna cosa tiene razón”. —”¿En qué cosas?” —”En que la Iglesia es intragable. Lo único que han hecho es conservar su poder predicando a todo el mundo que tenían que tragarse lo que ellos dijeran, y si no, palo. Y siempre aliándose con el poder, o consiguiéndolo”. Ricardo se quedó desconcertado: nunca había visto a alguien que dijera eso con tanto convencimiento. Intentó replicar algo, pero en vano. Si se refería a la doctrina, Dolores contestaba que era una ideología al servicio del poder. Si hacía alusión a “tantos santos y mártires como ha habido”, la respuesta era que siempre había gente con el “coco comido” por la ideología, y ahí tenía como ejemplo a los terroristas. “Terroristas”, pensaba Ricardo; “terroristas: está comparando a los terroristas con los mártires, ¡alucina! Ya sólo falta que hable de la Inquisición y Galileo”. Y habló: “control ideológico de la ciencia”, “policía ideológica”, y otros términos parecidos fueron los que oyó Ricardo, que pensaba que hasta entonces había oído “pegas”, pero no “una cabeza al revés” como entonces.

Tras un buen rato de discusión, tuvieron que ir a cenar con los demás. —”¿De qué hablabais con tanto acaloramiento?”, preguntó ingenuamente la madre de Ricardo. —”De nada; de nada importante”, contestó Ricardo. Y entonces tuvo una idea. —”Bueno, sí. Hablábamos de… de Rusia; de lo que era Rusia antes”. —”¡Ah! ¿Y qué era Rusia antes?”, preguntó el padre de Dolores. —”Bueno, ésta —señaló a su prima— lo define muy bien: ideología al servicio del poder, control ideológico de la ciencia, represión policial de cualquier disidencia, y cosas así. Tiene una mentalidad muy independiente”. Dolores intentó protestar, pero la cara de enfado de su padre mostraba que no creía en sus protestas. Cuando, antes de despedirse, volvieron a estar a solas las dos, Dolores, enfadada, se dirigió a su primo: —”¿Por qué has mentido así?” —”Es que en el fondo es verdad. De lo que tú hablabas no era la Iglesia. La Iglesia no es así. Eso es lo que era Rusia, o sitios así. ¿Por qué no te enteras bien, que conoces la Iglesia sólo de oídas, y ya sabes de dónde proceden esas ideas? ¿No sabías que la gente suele proyectar sus propios fallos en los demás? ¡Anda, piénsalo! Y perdona…” Dolores se fue enfadada. Tardó un año en dar señales de vida. Pero cuando las dio, fue llamando por teléfono: “¿Ricardo? ¿Te importa que vaya un día a verte y hablamos sobre lo de la otra vez…?” Preguntas que se formulan: — ¿Puedes ver en la Historia de la Iglesia manifestaciones de su carácter sobrenatural? ¿Cuáles? ¿Qué prometió Jesucristo para su Iglesia a lo largo de los siglos? ¿A qué se refiere la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia? ¿Cómo puede cumplirse, si en la Iglesia hay justos y pecadores? — ¿Cómo han sido, en términos generales, las relaciones de la Iglesia con los poderes terrenos? ¿Ha sufrido presiones para adaptar su doctrina a la voluntad de éstos? ¿Ha sufrido persecuciones por ello? ¿De qué tipo? ¿Ha cedido a los deseos de los poderes establecidos? — ¿Hay muchos testimonios de santidad en la Iglesia a lo largo de los siglos? ¿Se pueden encontrar testimonios semejantes fuera de la Iglesia? ¿Cuál es la diferencia? ¿Han dado la vida por lo que creían otras personas aparte de los mártires? ¿Cuál es la diferencia con éstos? — ¿Puede decirse que la Iglesia tiene que ver en el desarrollo de la ciencia y la cultura de occidente? ¿En qué sentido? ¿Ha sido la Iglesia alguna vez un obstáculo para el desarrollo de la ciencia? ¿Ha sido un estímulo? ¿Por qué? ¿Tiene sentido hablar de cultura y de civilización cristianas? ¿Qué sentido tiene? ¿Ha sido la Iglesia un obstáculo para la libertad de expresión o pensamiento? Bibliografía Vid. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 765, 768, 827-828, 853-854.

Comentario: Dolores y su padre representan la evolución de un pensamiento, que va de un marxismo “ortodoxo”, pasando por una especie de marxismo “light” (son diversos los “apellidos”), hasta el llamado “socialismo liberal”, que no raramente desemboca en un verdadero escepticismo. A veces, a diferencia del caso aquí expuesto, no han hecho falta dos generaciones, sino que todo ese proceso se ha dado en la misma persona. Pero el caso es que se conserva el mismo rechazo hacia la religión. Dolores lo hereda, así como un desconocimiento hacia ésta que acaba por inquietarla, porque se da cuenta de que en realidad habla de lo que no sabe.

A Dolores la han educado con conceptos marxistas. Uno de ellos es que las ideas son un resultado de la configuración social: pura ideología, al servicio de los intereses de clase. El marxismo cae, sobre todo al caer en Rusia, y todo aquello ya es para Dolores “un fósil”. Pero sigue juzgando las cosas con el esquema mental heredado, el único que ha aprendido. Así, lo que se piensa debe ser pura ideología interesada, y por eso la doctrina acaba siendo “ideología al servicio del poder”. Por eso no puede entender que alguien sinceramente ponga su vida al servicio de lo que cree. Al ser eso una “comedura de coco”, en este aspecto no ve distinción entre un mártir y un terrorista, para asombro de Roberto.

Lo que piensa Dolores es un producto típico de una cabeza con una ideología dentro. Ésta, como sucede con las ideologías, proporciona un esquema previo —un prejuicio— en el que debe encajar la realidad. Y eso es lo que hace con la Iglesia y con su historia. No se trata, al estudiar la historia, de ver qué sucedió realmente, sino en ver cómo encajar los episodios en el esquema previo. Si para ello hay que desfigurar algo, se desfigura, aunque desde la ideología se dirá que se “desenmascara”, dando así la apariencia de que es una interpretación inteligente, que no se deja engañar por lo que las cosas parece que son. A la vez, de manera más consciente o más inconsciente, para que encaje con el esquema ideológico se toma de la riqueza de los hechos históricos lo que más conviene. Se toman así por anecdóticos aspectos esenciales, y viceversa: se colocan como centrales sucesos anecdóticos. Es, por ejemplo, el caso de Galileo, y en cierto modo también el de la Inquisición. Tiene bastante razón Ricardo cuando dice que en el fondo habla de lo que era Rusia, porque desde ese esquema —las ideas, las convicciones, como meros instrumentos para lograr o retener el poder—, el esquema que practicó el comunismo (y otras ideologías), juzga a la Iglesia y su doctrina. Y lo único que puede ser eficaz para mostrar a una persona como Dolores que carece de objetividad, no es tanto discutir los puntos concretos que se plantean, sino hacer ver que se juzga la realidad desde un esquema ideológico preestablecido.

Por lo demás, ¿qué nos enseña la historia de la Iglesia? Enseña una historia de santidades en medio de las miserias humanas, algunas en su mismo seno. Y eso sólo tiene una explicación donde entra lo sobrenatural. Enseña que hay quien da su vida por la fe; se dan casos de quien da su vida por otro ideal, pero sólo los mártires mueren perdonando, y eso sólo se explica desde lo sobrenatural. Enseña que ha mantenido su doctrina en medio de la compleja historia humana y ante grandes presiones para que la “adaptara” al gusto de la época —no ocurre sólo en nuestros días—, y eso sería imposible sin la asistencia divina. Enseña que se ha mantenido a lo largo de los siglos, ante constantes intentos de apoderarse de ella, someterla, desfigurarla o simplemente destruirla, y esa resistencia tampoco admite u a explicación puramente humana. Enseña también, por supuesto, que en las civilizaciones cristianas es donde más ha progresado la ciencia. En resumidas cuentas, la historia de la Iglesia es la historia de un milagro. Por eso es de gran ayuda conocerla bien.