Comentario a: W. E. Phipps, “¿Con Jesús o con Mahoma?”, Madrid, Editorial Acento, 286 páginas. La nefasta moda de lo políticamente correcto se ha filtrado durante las últimas décadas en todas las áreas de la actividad humana. Por supuesto, la religión no podía constituir una excepción a su perniciosa influencia y así, por ejemplo, ha terminado por adquirir carta de naturaleza una afirmación tan disparatada como la de que todas las religiones son iguales. La frase puede representar alguna utilidad para el que sienta fobia por el ámbito de lo espiritual o para los amantes de respuestas fáciles y superficiales a temas profundos, pero no pasa de ser un despropósito para cualquiera que pueda apreciar la diferencia que media entre una cosmovisión que propugna el canibalismo o los sacrificios humanos y otra que ha dado a personajes como Agustín de Hipona o la madre Teresa de Calcuta.
El libro de William E. Phipps, profesor de filosofía y religión en el Davis y Elkins Collins, constituye un verdadero respiro en medio de tan desalentador trasfondo. En un intento erizado de riesgos por comparar figuras tan dispares como las de Jesús y Mahoma, Phipps se esfuerza por mantener la cabeza fría y la documentación a punto. Es así cómo nos guía en una sólida y amena aproximación a los contextos culturales y espirituales de ambos, cómo conocemos su trayectoria vital o cómo contemplamos en las fuentes su posición respectiva en relación con temas como la mujer, la violencia, la pobreza o el juicio final. Al fin y a la postre, el lector saca sus propias conclusiones y termina por ver que no son lo mismo el carpintero de Nazaret –que se presentó como la encarnación del siervo sufriente anunciado por el profeta Isaías varios siglos antes– que el camellero mecano que durante la última década de su vida fue adquiriendo una nueva esposa cada año.
No resulta extraño llegar a ese punto siquiera porque uno predicó, entre otras cosas, el amor al prójimo, el perdón y la elevación de la condición de la mujer y el otro propugnó la poligamia, la guerra santa y el avance de la religión a filo de espada. A fin de cuentas, mientras que Jesús moría en cumplimiento de lo señalado en el capítulo 53 del profeta Isaías, Mahoma –y posteriormente el Islam– se mostró incapaz de entender la razón por la que un profeta debía terminar ominosamente su carrera en lugar de en olor de triunfo A la luz de consideraciones como éstas, algunos paralelismos trazados por Phipps pueden resultar forzados y, de hecho, cuando intenta mostrar que ambos personajes han sido objeto de manipulaciones posteriores por parte de sus seguidores, en el caso de Jesús se ve obligado a mencionar a herejes de minoritaria repercusión. Sin embargo, a pesar de estos matices, el libro es una obra notable que no pretende tanto adoctrinar –mucho menos hacer apologética– como llevar al lector a reflexionar sobre los datos históricos desnudos. Para los que no conozcan la historia constituirá, por lo tanto, de una introducción valiosa y para los que dispongan de alguna información constituirá un acicate para pensar porque se trata de un texto que enseña pero que, sobre todo, impulsa a dialogar con la historia partiendo de un análisis bien sustentado, sólido e incluso aséptico y frío. No es, desde luego, de un mal punto de partida cuando, por razones bastante justificadas por otra parte, la situación no deja de caldearse.